domingo, 8 de mayo de 2011

Dalí was a friend of mine.

Soy un bicho raro surrealista, casi tan idealista como materialista pero muy poco sentimentalista, escribo cosas que Dalí pintaría en sus cuadros, mis relojes son las letras y las hormigas son mis constantes vomitonas de párrafos que no van a ninguna parte sin contar mis innumerables fobias y complejo de nariz (más por liliputiense que por colosal).




Y sin querer resultar pedante ni altanera ruego disculpen mi atrevimiento al compararme con el genio catalán.

Soy la expresión perfecta del surrealismo con los pies en la tierra, de la manutención necesaria entre lo real y lo que se nos escapa. Pues entre ese contraste de rojos y azules nació mi pequeño y desastroso modo de explicar o liar más las cosas.

Porque al fin y al cabo, eso es lo que me gusta. Mantener al espectador clavadito en su asiento esperando la próxima explosión de paparruchas literarias que no valen más que un papel garabateado. Mantenerle esperando a la próxima exclusiva sobre el reflejo más falso que podría imaginar de mi laberíntica y sencilla mente de niña arrogante.

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