lunes, 30 de mayo de 2011

Baile eterno de máscaras sin dueño.

Reconozco que a veces se me olvidó que sólo cumplía un papel secundario en aquella historia de actores anónimos que buscaban un papel principal en el complejo escenario de la existencia.

Que tras los decorados deambulaban como zombies sin sentimientos, escondidos bajo máscaras de sonrisas enlatadas, llantos profusos pintados en gouache y amor de papel maché.

Entrelazando abrazos en lazos de colores, deshilachados como la paja de un espantapájaros jubilado. Pintándose las verdades en blanco impoluto que al secarse se desgarra.

Pero hasta los mimos lloran su vacío y se pierden sus miradas en el infinito al cual saben que jamás llegarán a comprender.

Y entre camisetas de paso de cebras intercalan rayas de cocaína, para sumirse en un universo que, aun no siendo el suyo, se acerca un poco más a la realidad que necesitan.

Llegados a un punto extremo de agonía escapista desnudan su vacío y abren su alma al mundo, entonces se quitan las máscaras, y lloran.

domingo, 29 de mayo de 2011

Mi tienda de nostalgia.

Sous le ciel de Paris hay millones de pequeñas luces de color mecidas por una suave brisa de media noche. Sonando las campanas que anuncian las doce en punto, no muy lejos de Montmartre cruzando por el Boulevard de la Chapelle, alguien pasea por sus calles.

Los escaparates están completamente dormidos, París descansa. En el segundo preciso en el que un gato negro se sienta a los pies de la escalinata del Sacre Coeur se enciende la lucecita número millón y una. En color azul.


Y despierta un escaparate de una tienda de recuerdos, una tienda de nostalgia. En la que encuentras negación de todos los tipos posibles en tarritos que te esperan con tu nombre escrito. La negación al presente y el anhelo de transportarte a un pasado mejor.

La nostalgia no es otra cosa que una enfermedad generacional, para la cual no existe cura, ni antibiótico posible. Siempre existiremos algunos soñadores que pensamos que un tiempo pasado pudo ser mucho mejor.

Siempre existiremos los que echamos de menos lo que escondimos al fondo de nuestro tarrito de recuerdos a olvidar.

Que nos evadimos a ratos en el pretérito por muy imperfecto que sea, y desaprovechamos un presente que luego echaremos más de menos aún.

Paseando siempre por los mismos lugares, de noche y bajo la lluvia.
(Y cayendo en los mismos errores)

domingo, 22 de mayo de 2011

Spanish revolution: Epic fail.


Gracias a todos los hipócritas que han contribuido a la continuación del bipartidismo en este país de ignorantes.


Lo habéis hecho de puta madre, os aplaudo con las aletas de la nariz. Europa os lo agradecerá cuando nos peguen una patada en el culo y se libren del lastre español.

Manchando el nombre de muchos y escupiendo a las verdades tan enormes que se dijeron en la supuesta Spanish Revolution, que no ha sido más que otro conato esperanzador de concienciar a los borregos españoles de que ésta no es la democracia que se buscaba en los contenedores de basura cuando Franco ejercía su dictablanda.
La habéis cagado creyendo que hacíais lo mejor. Es lógico, en esta crisis ideológica, política y social enmascarada de crisis económica se enseña a pensar con dos variables. La palabra variedad fue desterrada del espectro político español cuando en 1982 Felipe González le mangó a Suárez el puesto y con sus tijeras del supuesto socialismo de mango rojo cortó las cintas de inaguruación del bipartidismo español.

Os felicito a vosotros y a vuestras tranquilas conciencias satisfechas de civismo y rebosantes de felicidad ciudadana. Enhorabuena.

Quizá algún día estén dispuestos a abrir los ojos ante los verdaderos problemas de España y quitarse la venda calada que cita frases anti-zapaterinas. Al menos, no ha salido el PSOE dirán muchos, y mejor que ellos...cualquier cosa.



Muy bien, muy bien, conformistas de pacotilla.

(Así nos va).

domingo, 8 de mayo de 2011

Dalí was a friend of mine.

Soy un bicho raro surrealista, casi tan idealista como materialista pero muy poco sentimentalista, escribo cosas que Dalí pintaría en sus cuadros, mis relojes son las letras y las hormigas son mis constantes vomitonas de párrafos que no van a ninguna parte sin contar mis innumerables fobias y complejo de nariz (más por liliputiense que por colosal).




Y sin querer resultar pedante ni altanera ruego disculpen mi atrevimiento al compararme con el genio catalán.

Soy la expresión perfecta del surrealismo con los pies en la tierra, de la manutención necesaria entre lo real y lo que se nos escapa. Pues entre ese contraste de rojos y azules nació mi pequeño y desastroso modo de explicar o liar más las cosas.

Porque al fin y al cabo, eso es lo que me gusta. Mantener al espectador clavadito en su asiento esperando la próxima explosión de paparruchas literarias que no valen más que un papel garabateado. Mantenerle esperando a la próxima exclusiva sobre el reflejo más falso que podría imaginar de mi laberíntica y sencilla mente de niña arrogante.