miércoles, 12 de octubre de 2011

yo quería más luces, más sombras, más miedo.

Sé que aún me quedan muchas horas de estampidas en el estómago.
Como un tsunami. Agua salada en la cara.
Un volcán. Humo, fuego, ceniza. Como Pompeya.
Autodestructivo.
Pero fantástico.

Endorfina por los cuatro costados, cascadas hacia arriba, derrame sentimental. Me he vaciado más de cien veces para llenarme de ti.

No hay dolor, todavía, está escondido esperando para hacer su aparición estelar cuando menos se le espere. Es lo suyo, factor sorpresa. Bipolarismo invertido, un día sí, otro tampoco y quizás mañana sea el gran No rotundo o el sueño de una noche de verano. Que te esfumes. Porque eres un sueño, y los sueños, sueños son.
Amanece y desapareces.

Tengo tanto, tanto miedo.
Tengo noches en las que parece que mi cama es enorme y no encuentro dónde esconderme.
Tengo reflejos de ecos y canciones inacabadas.

Plumas de valiente y un cielo ocre y gris enorme para volar a contraluz, sin vértigo.

No entiendo como una misma persona puede provocar noches tan distintas.

Yo quería más luces, más sombras, más altura.
Más rápido, más alto, más lejos, más tiempo.
Quería que oliese a ti.

Y respirar tan fuerte que se rompa el aire. Aún a riesgo de ahogarme. Más dopamina.
Todo en diapositiva hight-speed delante de mí. Ocurre más rápido que la luz, ocurre que el tiempo no vuela, se teletransporta. Flashes, en negativo y positivo. Cuatro largometrajes y medio de flashbacks mal escritos y joder y aquí estamos.

Cuando digo reflejos, quiero decir que sé que si te miro me veo a mí.
Quiero decir, que te quiero, y te lo digo.
Escuchando una y otra vez el mismo final solo porque me lo recuerda.
¿Quieres que lo grite más fuerte?