Si te soy sincera, te miento.
Si te digo lo que pienso, lo hago sin pensarlo.
Si te cuento lo que quiero, no sé si lo sigo queriendo.
Y si te digo que te quiero, te odio.
No sé si quiero decirte que quiero saborear el aire que respiras, volver a formar parte de ti aunque sea por un segundo. O si quiero matar al miedo, el mismo que me impidió besar los momentos en los que te sentía cerca. Si quiero sentir que estás dentro, fuera y en todas partes, o en ningún sitio. Que vengas o que te vayas.
Quiero sentir la lluvia de cara al viento, incesante, sentir que formo parte de un proyecto infinito, de la potencia que esconde lo que puede llegar a ser, aún no ha sido, y, sin embargo, está siendo. De lo era y ya no existe, pero que puede volver a nacer. Sentir que exploto, que explotas conmigo y que el mundo se emociona al vernos reír cara a cara. Quiero que no acabe la noche que vuelva a mi hogar que está en tu orilla, caminar descalza sobre ella, y si acaba que vuelvas a cogerme de la mano para perdernos por un camino que nadie ha seguido antes. Perdernos a la vez y salir de este mundo a destiempo que nos ha roto.
Quiero que dejemos de ser lluvia y sol sin arcoiris, mareas sin luna y un reloj sin agujas.
Quiero que tras la tormenta, vuelva la calma.