sábado, 31 de diciembre de 2011

Los ecos de 2011.

Zona cero.
En Nueva Zelanda ya es 2012, y en más o menos un tercio del planeta ya han dicho adiós al año que se queda viejo. Aquí quedan ahora mismo 8 horas, 28 minutos y 11 segundos, estamos podría decirse que en la Suiza de los cambios de año. Ya que ahora mismo dos años diferentes están compartiendo mundo, no podemos hablar entonces de último día del año, sino de una especie de Zona cero a modo de salita de espera mientras muere 2011 en favor del nacimiento de un año nuevo, que además viene cargado de un día más, una página más de guión por escribir.

Qué gran casualidad que a las doce de la noche sean doce sonidos los que inauguren 2012, uno por mes. Y qué pena que en ese momento nada cambie, nuestro coche no se convierte en calabaza y nuestros vestidos siguen siendo iguales que minutos atrás. Ah, y mucho cariño y eufórica felicidad, pero de eso poco quedará una semana después.

Doce segundos pueden cambiarlo todo, pero no siempre es así. Al menos, no tiene porqué ser en fin de año.

Hoy todo el mundo hace pétits homenages... hoy todo el mundo se derrite un poco aunque no sepa decirlo. Y quizá sea este el año.

Quizá sea este el año que, más que ningún otro, se merezca un punto y aparte en la fragmentadísima autobiografía melodramática, esperpéntica e hiperbólica que algún día acabaran por componer todos estos flashbacks aparentemente desordenados.

Hoy más que nunca es día de flashbacks, de canciones, fotos y recuerdos en negativo.
Rebobinemos.



Acto uno. Comfortably numb.
Is there anybody out there? Con el riff incluido, y el eco, el cuarto oscuro y el ruido. Alcohol en vena y cuenta atrás hacia delante, es la ironía del tiempo y su burocracia el calendario. Caída libre sin arneses, a veces es peor intentar aferrarse a la vida cuando las cuerdas comienzan a quemarte las manos, las manos y por dentro. Luces de color, relámpagos y alcohol. Más ginebra, empezamos a explotar.

Luego a recoger mis pedacitos y marcharme a casa.



Acto dos. Show must go on, (ambas versiones).
¿Demasiados recuerdos en esa cajita de música? Quémalos y luego esparce sus cenizas en el mar para que se ahoguen. Pero el show debe continuar, show must go on, así que hazlo pronto y hazlo ya. Antes de que 1999 te arrastre consigo a camas de vacío en un bucle infinito de loving strangers viciado, en cuentos de noches reversibles a tientas, y eso que solo fueron dos. Mientras tanto, sigue habiendo razones para creer, y personas que se quedarían a tu lado hasta en un holocausto mientras te cantan al oído canciones pegadizas con voces de niños o te bailan como pájaros en rito de apareamiento.

Mon petit cabroin, empiezas a verte traslúcido. Se cierra el telón.



Acto tres. Noches reversibles, 1999.
Solía ser como esas aves migratorias que se difuminan en el horizonte, de esas que vuelan no solo con la mente y se funden en un contraluz dorado en los atardeceres otoñales.
Corría sin rumbo porque no tenía cadenas, no debía nada a nadie y nadie le debía nada a ella.  Y de repente se hace falso llamar a esto independencia, de repente se hace falso no necesitar a nadie. Se hace falso volar sin futuro, sin flashbacks y sin recuerdos.
Cuando me he dado cuenta de que estoy completamente sola.

El ave voló de su nido prematuramente, cuando pensó que sus débiles alas le permitirían volar. Los más hábiles paracaidistas no pudieron frenar su caída.
Nadie pudo salvarla, ella no se dejó salvar.



Acto cuatro.  Echoes (part 1).
By chance two separate glances meet. And I am you and what I see is me. 
Casualidad, a eso se reduce todo.
Cuando se me escapó el alma quien coño pensaría que iba a recuperarla, la busqué en los cuadros infinitos donde nada parece ser real. La busqué en las letras de canciones que no hablaban de ti. La busqué en los ríos, en las tormentas de verano, entre sábanas en ese loving strangers viciado que tanto rompió y repuso el bucle de catastrofismos. Otra vez. La busqué en miradas que no hablaban, en gestos mudos que callaban verdades y en frases inarticuladas que decían poco en muchas palabras. Quizá llegué a buscarla en el baño de aquel bar o en unos ojos verdes de un niño que creció demasiado deprisa y no aprendió a querer. O quizá le dio tanto miedo que simplemente tomó la salida fácil.

Después de eso solo recuerdo un pequeño flashback en un mundo de flashforwards, una mirada en la que nunca antes me había fijado...todo pasó muy rápido. Cuando me di cuenta estaba fuera.
Lejos de toda esa mierda.
Y me lancé a otro octopus's garden más limpio. Más fresco.
¡Corazón! ¡Disfruta más! Vive mejor.
La busqué todo lo lejos que pude, en las antípodas. Resultó que la tenía al lado, a la vuelta de la esquina, y me di cuenta a tiempo. Todas las ganas volvieron, todo el bucle infinito se esfumó. Gota a gota se hace el río. Y que todo, absolutamente todo, pasa.
Incluso tú.

Entre bambalinas, exactamente el 29 de Abril moría un importante Nowhere Man. Una de esas enfermedades que actúan de parásito vitalicio le daba término a su respiración en la noche más lluviosa del año,  Goodbye, cruel world is over, canciones que me llevaron de la mano al cementerio de vivos. Esa noche todos lloraban, el cielo lloraba, diciendote adiós con los ojos en el homenaje más sencillo y profundo que puede hacérsele a la vida de un hombre bueno. A la mañana siguiente te hundiste para no volver.



Acto cinco, Lo que te hace grande.
Que quiero arriesgarme a conocerte, ¿y si pudiese salir bien? Solo por probar. Solo por darle una vuelta de tuerca a las cosas. A veces hay que creer en la improvisación, el show necesita de cambios, de riesgo, de acción, sal ahí y cuentale todo lo que quieres contarle. Y salí.

Entonces nos cerraron la ciudad y en las calles se apagaron las últimas farolas. Y nos dieron las dos, y las tres, y las cuatro. Y las siete y las ocho. No hubo noche, y la mañana comenzó a las cuatro de la tarde.
Amaneceres gratis a contraluz, sin requerimientos y sin mentiras que deberían ser ciertas. Sin necesidad de pausarlos, el valor del momento está en que pasa, y trae muchos más. La sensación de aplastar el lado fresquito de la almohada con la cabeza y dormirte como un bebé ipso facto y durante horas, comerte la mañana y transformar las tardes en desayunos-meriendas, es señal de que it's getting better. Todo va bien.

Es original decir buenos días en lugar de adiós. Y verte dormido en mi hombro como si siempre te hubiese conocido. 
Vetusta Morla enamoró Sevilla y tú me enamoraste a mí. Eso es lo que te hace grande.
Me abrazaste tan fuerte que me devolviste mis ganas con intereses. Quien no se tira a la piscina es cierto que no se ahoga, pero tampoco aprenderá jamás a nadar. Y si ganas flotas, con suerte flotas más, y vuelas. 
Y cuando vuelas te haces grande.
Nos hicimos mayores, el 27 de Mayo School days were over. Nervios, risas, lágrimas incontenibles, y mucha cerveza que desentonaba al máximo con los elegantísimos trajes de todos, unos más guapos y otros inarreglables, todos estábamos ahí por lo mismo y todos nos hicimos mayores a la vez después de 12 años.


Acto sexto, Seven days in sunny June.
Quemamos los libros, adiós a las noches sin dormir rodeados de letras, papeles, filósofos, artistas, literatos y demás fauna. La libertad supo a gloria, y a gloria supieron también las vías de un tren llamado Aventura. Once días, cinco países y seis amigos. Con diecisiete años largos podía decir que había visitado por cuarta vez la ciudad del amor, había escuchado Wish you where here en la escalinata infinita del Sacre Coeur, espiamos prostíbulos desde la ventana de nuestra habitación en Frankfurt, comimos Bratwursts cocinadas por nosotros mismos y el yogur turco nos supo a ambrosía. Los comunistas checos huyeron de nosotros en Praga, el lomo y el ketchup visitaron Viena, perdiéndose con nosotros por la autopista en busca del hostal más escondido de toda Austria. Un tren de medianoche a Venecia nos regaló un amanecer inolvidable y los helados artesanos de Bérgamo aliviaron los cuarenta grados de la Bella Italia.
Volvimos a casa, un poco más viejos, un poco más sucios y un poco más delgados.

En un mes que se dice tan pronto como se pasa he visto las luces de color bailando sobre el Sena; he viajado de Mont Martre al Römer de Frankfurt en menos de veinticuatro horas, pasando por el Moulin Rouge y los rascacielos alemanes. Atardecí en la torre del reloj astronómico de Praga, escuchando el traqueteo de las marionetas que cambian la hora. Mientras se oscurecía el cielo sobre el puente de Saint Charles pasamos por la neutralidad suiza y pisamos la cuna de la música. Por las mismas baldosas que pisó Mozart paseando por la ciudad de Viena caminé durante horas, de San Carlo Borromeo a su reflejo en el estanque en forma de elipse que mezcla dos realidades tangibles en el espacio y en el tiempo, y te transporta al Schloss Schönbrunn mientras gira y gira la noria del Prater.
Cruzando la noche en un tren interminable hasta Venezia, la parte de Italia donde amanece a las 4 y media de la mañana y los turistas la cubren como hormigas en celo a partir de las siete y media. Tras esa marabunta se esconde una plaza de las más increíbles del mundo, siete góndolas y un entramado laberíntico de puentes y canales.
Y de San Marco y sus leones acabó el sueño en Bérgamo, la ciudad de los polos, césped, fuentes y helados. Vistas a los Alpes un último empujón al cansancio y vuelta a la rutina.

Se me congeló el tiempo en once días hasta que llegué de nuevo, y tú lo derretiste. Como si hubieses estado esperándolo, todo sigue tal y como estaba al marcharme. Incluso me atrevería a decir que estaba mejor.

Acto séptimo, Fix you.
Qué calor hace en Lisboa bajo el sol, y cómo hielan sus sombras. En una de las ciudades con más extremos térmicos de Portugal, Chris Martin nos robó el corazón a todos durante una hora y media larga. Canciones de antes y de ahora, llovieron Ms y Xs, fuegos artificiales...un sueño de una noche de verano.

Re-volvimos a casa. Y allí me di cuenta entre hipopótamos rosa, alcohol y batido de fresa, de que eras algo más. Y en el mismo momento que lo supe lo solté, entonces me cabreé conmigo misma por meter la pata. Pero entre constellations en mi jardín se fueron las dudas termiteras que comían tanto mi cabeza. La cosa se pone seria, pero qué me importa. Nos vamos a Jamiroquai.


Acto octavo, Love foolosophy.
Málaga por la noche pica, por los mosquitos, pero de día también, porque el calor es insoportable. Y Jay Kay conquistó la ciudad de Picasso. Fue curioso, que justo en el momento en el que parecía que podíamos llegar incluso a atravesarnos pasó por encima la estrella más fugaz de todas. Como uno de los relámpagos con complejo de fuegos artificiales que vemos las noches de tormenta en verano.
Y en menos de lo que duró su viaje tú estabas allí. Y yo aquí.

Después de uno de los amaneceres a contraluz más cortos de la historia.

Así que me largué a medias (te habías llevado la mitad de mí), a la capital inglesa y luego a la holandesa. Cuando me harté de ver guiris en su hábitat natural volvimos y caí en la cuenta de que el Verano comenzaba a hacerse viejo. Hola, Septiembre.


Acto noveno, The Dark Side of the Moon.
Quería escribir una tormenta, una de tantas, o una de las alegrías del incendio. La sensación de chutarte diez litros de heroína sin consumir droga alguna, solo por sentarse en un embarcadero a ver cómo flotan los reflejos en el río. Reflejos de las luces que nos guiarán a casa. Quería escribir lo que dije cuando le eché valentía y salí a buscarte esa mañana de Septiembre, consecuencia de la noche en la que había descubierto que no es lo mismo el deseo de acostarse con alguien que el de dormir con alguien, y que realmente el amor se manifestaba en este segundo. Respiré hondo y lo solté.
Nunca he adelgazando tantos kilos en tan poco tiempo.

Ahora sí que me hice mayor, tan mayor que conseguí un original del With the Beatles del '63, sí que me hice mayor, y sí que me hicieron grande entre todos, que son más grandes que yo, quien vestida de Batman y engañada por una foca del ártico recibí la fiesta sorpresa más sorpresa jamás recibida. Después todos nos convertimos en superhéroes y comimos tarta, aunque nadie lo recuerde.

Tan mayor me hice que llegó el gran día de cruzar las puertas de la Universidad. No fue para tanto, aunque entre esas paredes de Hogwarts yo pareciese un enano de Gringots. Una vez averiguas la frecuencia con la que las escaleras cambian de sitio, todo es pan comido.


Acto décimo, Cabaret.
Liza Mineli tenía toda la razón del mundo al cantar que la vida es un cabaret. El 8 de Octubre fabricamos una máquina del tiempo a base de luces de color, plumas, flecos, velas y la Tourné du Chat Noir. Nos convertimos en pobres pintores, bohemias parisinas, señoritas de cabaret, madames, monsieurs, mimos, escritores arruinados, bañistas peludos y hadas del absenta. Medianoche en mi jardín fue el escenario de una peli de Woody Allen y todos nos convertimos en actores. 
A la mañana siguiente, cuatrocientas gallinas habían sido desplumadas en el césped de mi dulce hogar. Pero bueno, el resto es historia y se puede buscar en Wikipedia.
Con las penas a un lado y de la mano del espíritu americano, Halloween fue una noche para recordar, además de un largo paseo en patines, tinte azul que dejaba huella y un bono inagotable de 10 cervezas por la inmejorable suma de 9 euros. Música más o menos buena, algún que otro incidente con el alcoholismo ajeno y a comprar el pan a las 10 de la mañana. Además, esta fue la noche en la que cierta persona perdió un pañuelo que cierta otra sigue buscando con todo el esmero de su antropólogo y precioso corazón.



Acto undécimo, November Rain.
Aquí es cuando una comienza a contar cuántas noches han pasado, cuantos Martes y cuantos Jueves de hormigueos en el estómago a la hora de Medieval. Y cuantas veces los repetiría sin que se pareciese ni de lejos a algo llamado rutina.
Esas nubes, esos charcos. Ha llovido. Ha llovido, y la lluvia se lo ha llevado. Amanece y desaparece. Y vuelve a parecer que esto es enorme, que soy un punto de luz fundida en medio de un universo infinito, replegado sobre otro que no lo es. Vuelve a sonar la misma canción y vuelvo a querer olvidarme de quien soy para recordar qué es lo que me ha llevado a esta parte del muro.

Entre tanto el señor Viejo relevó al señor Bean en la fiesta de la democracia que se celebra en este nuestro país cada cuatro teóricos años y que siempre acaba siendo la misma farsa caciquista y demagoga de siempre.  Por mucho movimiento de 15-M que hubiese, aún no hemos conseguido entender dónde se escondieron todos el 20 de Noviembre. 
En fin, todos sabemos que los principios no son el fuerte de los españoles.

(También comenzó la liga de rugby).


Acto duodécimo, Santa Claus is coming to town.
Christmas always comes, con Frank Sinatra y su Jingle Bells, con el Belén, el árbol y las cosas que no debes comer en exceso pero en realidad todos acabamos haciéndolo y diciendo "El lunes empiezo la dieta". En realidad, me da igual engordar, con una capa de 5 centímetros de grasa no nos haría falta comprar abrigo para este invierno, lo que pasa es que el ser humano últimamente es muy poco práctico y demasiado convencional.

El caso es que antes de que el espíritu navideño me impregnase por completo como cada año, viajamos en un fin de semana de relax a un lugar entre las montañas donde todo era genial, las estrellas se veían como millones de pequeños ojos que vigilaban las sesiones nocturnas de Dj Pedro, que ahora es trending topic en twitter. Y también nos fuimos de fiesta. Y también no-nos fuimos a Sierra Nevada.


Pero todo está bien, Navidad fue como siempre, Navidad. Y la Navidad siempre es buena, la Navidad siempre ayuda y la Navidad siempre une y alegra, y qué mejor colofón para este año 2011, el mejor hasta el momento, el prefacio de un nuevo supuesto año apocalíptico en el que los extraterrestres nos invadirán, el centro de la tierra explotará y todos moriremos según dijeron nuestros queridos amigos los Mayas. 
No tengo ni idea de si el mundo se acabará en 2012 o no, pero desde luego, si me esperan años mejores que este 2011, vendería mi alma al diablo por no perdérmelos.

Se cierra el telón. The end. 
(AND IN THE END, THE LOVE YOU TAKE IS EQUAL TO THE LOVE YOU MAKE).

Pues eso, que gracias.

Feliz 2012.

1 comentario:

  1. no tengo palabras para esto
    qué preciosidad e increíble, de verdad.
    emhorabuena
    además no solo los textos han impresionado, si no que las fotografñias iban también a su vez y a la vez, haciendolo maravilloso.

    2011 ha sido muy grande y ha dejado el listón muy alto. esperemos que en 2012 no se acabe el mundo para que nos enseñe si es capaz de superarlo

    :)

    ResponderEliminar