martes, 29 de noviembre de 2011

de háblame a daño cerebral en unos párrafos

Háblame.
Olvida el sol. Ven a ver luces. Astronautas en amarillo, rojo, azul y blanco. Hace menos de diez grados y aquí dentro no se nota. Inventa ciclos infinitos de auroras boreales que llenen de luz esta noche sin luna. Una luna de completo lado oculto, aún por eclipsar.

Tenía agujetas en el estómago de vomitar sentencias irónicas, acuciantes, los dedos quemados de apartar lágrimas y la vista cansada de mirar sin ver. Así que bajo cuatro mantas y con la mente en standby trataba de conciliar el sueño. El insomnio es la única enfermedad non nata de mi hipocondría, me recomendaron muchas nanas, pero las nanas son cerillas y el insomnio una manta densa de oscuridad en una carretera que nunca acaba. Dormiré cuando París se acabe. Y parís no se acaba nunca.

¿Quieres un mensaje apocalíptico? Si escribiese un libro, lo quemaría. Los bebés viejos mueren ahora diagnosticados. Me encuentro en una sala esterilizada y el Etna está en erupción. Hay vinilos en llamas, ¿esque nunca volveremos a escuchar ese final?. Sigue el camino de luces de farolas moribundas y explota a su paso, en el puente de ninguna parte, donde rompen las olas, se han colgado tus recuerdos. Nieva...¿y qué? A nadie le importa.

Es tiempo de relojes derretidos, Kronos está desquiciado. Pasa el tiempo, pero silencioso para que no le oigamos. Sucede que pasa, pero no ocurre. Ocurre más rápido que el tiempo, que estás, estoy, y estamos.
Y mi reloj está siempre parado.
Llegaré tarde otra vez.
Y es que fui yo quien fue a perder. Nadie me dijo cuando tenía que empezar a correr y perdí el pistoletazo de salida. Ahí...donde las pirámides de Egipto están atravesadas por un arcoiris que se descompone en líneas que bailan hacia la nada. Un tsunami me arrolla, en espiral.Y luego atardeceres.
Ocre y gris.
Aunque yo no sé de colores.
Me convierto en submarino, es entonces cuando me ahogo (18:31).


Llueven monedas y luego un caleidoscopio, ahora lo entiendo, será aquí donde vinieron a parar las líneas fugaces del arcoiris.
Esas nubes, esos charcos. Ha llovido.
Ha llovido, y la lluvia se lo ha llevado.
Amanece y desaparece. Y vuelve a parecer que esto es enorme, que soy un punto de luz fundida en medio de un universo infinito, replegado sobre otro que no lo es. Vuelve a sonar la misma canción y vuelvo a querer olvidarme de quien soy para recordar qué es lo que me ha llevado a esta parte del muro.

(33:02) Hasta donde quieras que acabe.
Lo cierto es que estas noches son las peores.

Sé que mi cerebro y yo nunca terminaremos de llevarnos bien.

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