Fue curioso, que justo en el momento en el que parecía que podíamos llegar incluso a atravesarnos pasó por encima la estrella más fugaz de todas. Como uno de los relámpagos con complejo de fuegos artificiales que vemos las noches de tormenta en verano.
Y en menos de lo que duró su viaje tú estabas allí. Y yo aquí.
Después de uno de los amaneceres a contraluz más cortos de la historia.